Matarredonda, así se llama la casa donde mi madre vivió en el campo durante su infancia. Aquella casa rural y fértil, llena de vitalidad en la década de los 70´s, hoy está completamente derrumbada y abandonada. Yo, como mujer, estudiante universitaria en el 2020 he querido acercarme a este, mi pasado histórico que incide en entender desde los acontecimientos pasados, a mi misma. Desde este, mi lugar de enunciación empiezo mi búsqueda-problema desde las fuentes hacia mi propio problema con la memoria, a lo mejor es una deuda con el pasado en tanto siento que es algo que se debe contar y enunciar de manera más formal al mundo. Los colombianos, por tanto trauma en el rastro de violencia, no se han permitido pensar ¿Qué ha pasado con nuestra memoria histórica? sigue existiendo confusión, una amnesia colectiva con nuestro propio pasado y es labor del historiador y el artista, mostrar, enunciar y denunciar qué hay detrás.
Desde lo anterior, mi preocupación con la memoria me ha permitido crear parte de mi trabajo como artista frente a la tradición rural, las costumbres, los vocablos, material de archivo y recetas culinarias. Es toda una red que se entrelaza para hablar de identidad de manera transdisciplinar.